Hoy por ejemplo, pensé de nuevo en escribirte, saber que estás bien, qué te estás cuidando y que le estás echando muchas ganas a todo... Lo pensé, en verdad lo pensé.
Me reconforta la incertidumbre de aquellas horas venideras, el porvernir de aquella porción de futuro a corto plazo.
Procedo a levantarme de aquella cama y a deshacerme de la armadura del día anterior, entró a la regadera y sin pensarlo espero lentamente a que mi cuerpo se acostumbre a la temperatura del agua. Cierro los ojos, no hay mucho por hacer, tan solo disfrutar de aquella tranquilidad asegurada de aquellos minutos antes de la batalla a turno. En el proceso recuerdo una frase y sonrió para mis adentros "incólume ante las vicisitudes de la vida".
La ducha ha terminado, el teléfono suena, son las trompetas anunciando el inicio de la batalla; yo ya me había adelantado a la señal, sentado en mi cama con la armadura puesta, procedo a ponerme de pie.
Me reconforta la incertidumbre de aquellas horas venideras, el porvernir de aquella porción de futuro a corto plazo. Quizá este día ganemos la guerra, quizá este día no haya bajas en las filas, quizá este día se mantenga intacto el equilibrio, quizá hoy te escriba, no lo sé.
Irónicamente solo tengo la seguridad de esta incertidumbre, y la esperanza de este pequeño futuro a corto plazo, al que indudablemente enfrentaré con un "buen día" y mi mejor sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario