Entonces, en ese preciso momento, momento en el cual leí aquel mensaje. Entendí que los días se tornan livianos cuando hay alguien que escuche sobre nuestro día; pero también comprendí, que aunque a mi me hacía feliz saber de su día... Yo no era quien hacía livianos sus días. (L. R.)
«Y ahora que estoy frente a ti parecemos, ya ves, dos extraños; lección que por fin aprendí ¡Cómo cambian las cosas los años! » Andrés Calamaro.
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